martes, 3 de marzo de 2009

La otra vez fui a un taller de escritura...

La otra vez fui a un curso de narrativa que, la verdá’, estuvo más que interesante. Así que pensé en compartir un par de las técnicas que se usaron ahí, y rellenar con las cosas que escribí en el momento.

“Torbellino de ideas”
Así se suele llamar a esta técnica donde recibís una amplia cantidad de estímulos (más de los que podés llegar a manejar al mismo tiempo, digamos) y escribís casi como una reacción interna ante ellos. Por ejemplo, en el taller pusieron un fondo musical, que creo que era un track instrumental sacado de un single de los Beatles (algo como “Sea of monsters” o una cosa así… después debería averiguar bien). Era una música de misterio, que podía motivar a una persecución… servía para crearse muy bien el ambiente de una historia de suspenso. Bah, a mí me sirvió más que nada para imaginar un cuento de suspenso donde un hombre-orquesta siente que lo persiguen y trata de moverse sigilosamente. Pero, a la gente normal que no ha pasado veranos enteros en instituciones siquiátricas, seguramente les parezca útil para cuentos más… “normales”, justamente.

Después pasaron lo que parecía ser el audio de una escena de una persecución, extraído de alguna película. La idea era ir escribiendo sensaciones, imaginando una historia que podía tener ese fondo… no sabías hacia dónde iba a ir la cosa, así que lo principal era no perder tiempo pensando lo que hacías, y largarte a escribir a ver qué pasaba. Yadda yadda yadda, el caso es que me terminó saliendo una cadena de ideas con la que escribí esto que pongo a continuación; entre corchetes irán los sonidos que escuché en el audio.

[Ruido de tormenta, aparenta ser en un lugar abierto]
Un hombre despierta en medio de un barco. Aparenta ser un galeón, antiguo pero mantenido en perfectas condiciones; está empapado por la lluvia, por el diluvio que no deja de caer entre ellos. La noche es oscura, y no parece haber nadie en la cubierta. Él se ve a sí mismo con un impermeable amarillo; intenta divisar la costa, pero en el horizonte no se ve más que bruma. La neblina lo invade todo… [algo que aparenta ser una moto encendiéndose costosamente]

Escucha a lo lejos el sonido de una moto que se enciende; este ruido se va haciendo cada vez más cercano, pero… ¿una moto? ¿En lo que aparenta ser un galeón? No tiene sentido… pero el ruido está ahí. Se acerca, cobra intensidad a cada segundo. “¡No!”, se dice. “¡Tiene que ser otra cosa!... Pero… ¿qué?”. Piensa en una motosierra; gira sobre sí mismo, asustado, clavando su vista en el mástil del barco. La sola idea de que alguien estuviese con una sierra eléctrica, tratando de cortar los mástiles… [ruido de un choque, muy fuerte]

El ruido de un choque lo sorprende. Sigue estando sólo en la cubierta del barco, y el ruido de la… ¿moto?... ya se ha ido. [un auto arranca; se escucha una frenada] Pero parece haber más luz; la bruma se ve más clara. Siente que el suelo se está moviendo más que antes; el barco, aparentemente, se está zarandeando con mayor intensidad. [ruido de tráfico; parece ser una persecución. Se oyen frenadas, bocinas, motores…]

Un momento después se queda atónito cuando se da cuenta de donde viene este resplandor que se hacía cada vez más intenso: es una avenida. El galeón no está en el medio del mar… sino en una avenida. No hay tiempo para preguntarse nada; se da cuenta que la velocidad aumenta a cada segundo, haciéndolo trastabillar. Se arrodilla en el suelo, intentando mantener el equilibrio… [ruido de alguien marcando un número en un teléfono digital]

¿Es un sueño? ¿Es realidad? Sea lo que sea, se siente real. El barco se está moviendo a una gran velocidad por una avenida; él sólo puede ver los edificios pasando rápidamente por los costados. Intenta levantarse y vuelve a perder el equilibrio; en ese instante cae en la cuenta de que tiene un celular en la mano, y lo está apretando con fuerza, con sus dedos blancos por el esfuerzo. [ruido de un camión pasando muy cerca]

Lo levanta e intenta llamar a la policía; todo es tan… onírico, tan ilógico, que la sola idea de hacer algo remotamente diurno, consciente, le parece la salvación. Comienza a marcar el número y escucha un camión que pasa muy cerca del galeón; incluso lo siente moverse, seguramente tras un roce. [ruido de un tren] Trata de marcar nuevamente, pero ahora escucha un tren a la distancia. Desesperado, pulsa las teclas sin mirar, y levanta la vista tratando de entender lo que pasa. No puede ver el tren, pero sí que a su izquierda la luz es mucho más fuerte… y su intensidad crece a cada momento, así como el ruido de la bocina de la locomotora. Un momento después, el galeón se desacomoda con un fuerte golpe, y él siente un ruido a su lado, en el suelo: baja la vista y ve el celular caído delante suyo. Se da cuenta que ya no lo está sosteniendo. [ruido de un avión] Todo pasa tan rápido… se sorprende ahora al escuchar el ruido de un avión. ¿Cómo puede ser? ¿Será… será que un avión está aterrizando cerca? ¿O despega? ¿Será un sueño…? ¿¡Y si es real!? [ruido de un buque, la bocina suena a la distancia, atronadoramente]

Escucha una voz en el teléfono, apagada por la distancia y amortiguada por la lluvia. ¡La policía! Se abalanza hacia el aparato, cuando escucha lo que parece ser la bocina de un buque… grita algo al tomar el celular, sin saber bien qué. Comienza a explicar su situación… cuando de pronto se ve a sí mismo volando por el aire. El buque chocó al galeón, sin dudas; todo se vuelve oscuro. Escucha la voz del otro lado del teléfono, llamándolo, tratando de hacer conversación, pero está lejos. No puede moverse...

Cuando abre los ojos, la lluvia lo golpea en el rostro, con furia. Todavía no sabe dónde está… pero el sueño terminó.


…ok, sí, me quedó preeetty onírico :larrydavid:. Lo bueno es que, conscientemente, me costaría hacer algo tan… inconciente. Sirvió.


Pasemos al siguiente: ahora el torbellino se basaba en imágenes, que tenían que servir de disparador para que uno se imagine una historia (o, de puro animalito de Dios, que se mande a escribirla y todo). Eran todas imágenes de cumpleaños: la torta, el payaso, chicos festejando, bailando… y la que me motivó, que era… oh, casualidad… la que menos cuadraba con todo: la silueta dorada de una pareja bailando alegremente, recortada sobre un fondo negro. En mi eterna búsqueda de tratar de desencasillarme y no escribir siempre de la misma forma, con los mismos géneros y recetas, etcétera… me forcé a escribir esto, que resultó ser una especie de borrador sobre una historia. No está mal para haberlo hecho en… ¿un minuto? Dos, como mucho… ahí va:

Una pareja, en una fiesta. Eran sombras en la multitud o, según cómo lo veas, dos personas cuyo brillo los encandilaba e impedía que viesen al resto. Para los demás ellos no estaban, y viceversa. Eran luces en la lejanía, borrosas siluetas de neón, agitándose como fuegos artificiales. Cada movimiento dejaba una estela inquieta flotando en el aire.
Prendieron las luces nuevamente; la torta, los invitados, todo seguía ahí. Los chicos miraban felices al payaso. Ellos dos se miraron y sonrieron; no hizo falta decir nada más…


“Escritura veloz”

Este es otro tipo de técnica, en la que la idea principal es largarte a escribir y no parar de hacerlo. Poner lo primero que sale, tratar de que tenga sentido pero, regla principal, NO DEJAR DE ESCRIBIR. Si no sabés qué poner, poné “algo”, y después cuando lo revisás reemplazás las palabras que te hayan quedado colgadas. La motivación, el disparador, te lo tenían que dar unas imágenes… pero primero, el cuento. Va sin editar, así salió… al menos me jacto de, en esos… ¿tres, cuatro minutos?... haber tenido mi habitual verborragia, y no haber necesitado usar el “comodín” de poner “algo” en ningún momento… así que aca va, para finalizar:

“Una tortuga no está para estos trotes”, pensó, pero todo daba tantas vueltas que las ideas se arremolinaron y escaparon por el aire, como el humo de un buque que se pierde en el horizonte.
Había gritos infantiles invadiendo el aire; el olor a pasto recién cortado invadía todo. Y el mareo. El mareo empezaba a dominar sus sentidos. Por un momento, instintivamente, ella se amotinó dentro de su caparazón; pero la inercia la hizo sacar la cabeza. Se sorprendió de, extrañamente, no estar agradecida por tener un fuerte y pesado caparazón que impedía que saliese despedida… es que, a fin de cuentas, si saliese volando por el aire… escaparía de este tormento, al menos. Un fuerte porrazo, meses con una pata quebrada, incluso golpearse la cabeza y ser una tortuga amnésica… todo eso, al menos, cortaría este martirio.
Súbitamente, se acallaron los gritos infantiles y lentamente la calesita fue perdiendo impulso. Ni bien se recobró del mareo, intentó llegar al borde y escapar… pero era tarde: antes de que pudiese bajarse, habían subido otros chicos…
…y todo empezó otra vez.


PD: La imagen que me había servido como disparador era una calesita, pero si lo decía al principio casi deschavaba el final…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno! Copado lo de las técnicas de escritura. Me gustó el último cuentito de la tortuga.
Bien ahí.
Un abrazo,
Hongo

Anónimo dijo...

Pobre tortuga. Interesante lo de las tecnicas y eso.
Y me gusto lo "volado" del primer texto, en mi infancia tuve sueños asi.

Norberto Sánchez, el Sandro de Laferrère dijo...

@Hongo: Muchas gracias... la verdad que sí, son cosas muy buenas. Lo mejor de todo es que hay más, mucho, mucho más... es tremendo lo fácil que es lograr motivar al cerebro para escribir, y si te ponés a pensar, se suele pensar lo contrario...

PD: No puedo evitar mencionar que al hablar de "tortugas" con Hongo, me siento un plomero italiano...
:risas:

@Guybrush: pobre tortuga, nada. Ríamonos de ella, al menos hasta que evolucione y su raza domine al mundo. Será el nuevo éxito de Hollywood... "Ya viste invasiones de pirañas, hormigas gigantes, langostas... ¡se vienen las tortugas! Andá escapánd... no, ok, dejá. Buscá el rifle nomás..."

Ah, y me preocupa lo de los sueños... se supone que uno de grande (glup) todavía tiene sueños locos. Así que, o ahogaste a tu niño interno en el río de la responsabilidad, o yo estoy muy loco.


¡MUY LOCO!



@ambos: Gracias por pasarse, ¿ah?